Jakue Pascual - Sociólogo
Pantalón de pata ancha
El otro día, una vecina me sorprendió con una fotografía en la que yo aparecía ataviado con un pantalón de campana. Una curiosa instantánea que bien podía haber sido tomada en Belfast o en California en 1971, en lugar de aquí. Me puse a hurgar en los recuerdos, intentando descifrar cuáles fueron mis sensaciones de preadolescente en plena expansión de los años hippies y la guerra de Vietnam, ahora que la moda ha rescatado una vestimenta que, además de para lo obvio, sirve para absorber el agua, almacenar el barro de los caminos encharcados y engancharse en cualquier parte. Andaba distraído en esas cavilaciones, zapeando entre telediarios prebélicos cuando, de repente, caí en la cuenta de que los criterios de masa del movimiento pacifista actual estaban siendo inducidos desde el espectáculo y banalizados hasta la más simple consigna, absoluta, pero vacía de contenidos: «No a la guerra». Un slogan que, repetido hasta la saciedad en los programas televisivos, deja fuera de juego todos los argumentos, incluida la desobediencia antibelicista, posponiendo la respuesta hasta el infinito al enfrentar a la misma a la contradicción de su satisfacción cómoda, a su propio fetiche.
Afirmar que todo es política resulta tan obvio que no deja de sorprendernos; pero lo que más nos fascina es que en Hispania se defina como el arte del revival. Así, los Franco nos divierten con sus pocholas ocurrencias compulsivas, los apellidos del antiguo régimen se repiten clónicamente en el partido del Gobierno, cuyo equipo siempre es el Real Madrid, mientras que la madre de Tamara destapa su ascendencia falangista y a Saritísima se le acusa de estar manipulada por un agente castrista. Sólo falta oír un rémix de Los Diablos y embutirse unos pantalones acampanados para emprender un viaje de eterno retorno, como si la canción del 'No nos moverán' hubiera quedado suspendida en el tiempo.
Mientras la moda impone lo obvio de la tendencia, esta generación No War es anticipada musicalmente sobre una base punk que recombina elementos sónicos de la contracultura pop y hippie en bandas como 'The Jesus & Man Chain', 'New Model Army' o 'Sonic Youth'. En estos instantes, también la estética porta una paradoja -la del no futuro y la de la utopía- que se abre hacia todos los posibles desenlaces. Por eso, y por lo asfixiante de la conclusión dada por el Imperio y sus secuaces, participar en el movimiento de contestación responde a una necesidad urgente que la televisión no puede ya colmar ni calmar.