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Jakue Pascual - Sociólogo

¿Panteras blancas en Marte?

A estas alturas de la posmodernidad es raro que sorprenda el espectáculo. Aún así, surgen detalles que captan la atención de uno cuando se halla zapeando en pleno éxtasis amnésico. Este es el flash que me supuso la visión de una camiseta que portaba Boris Izaguirre. Una prenda estampada con una alada pantera blanca que, bajo la siglas de MC5, rugía amenazante desde una estelar bandera.

Busqué en los foros. Nada, sólo unas menciones deshilvanadas en una página web punk. Los argumentos superaban el cliché. El artista mediático es un snob. La casa Levi's lanza un producto para consumo de pijos y de paso integra al ala extrema del rock... y cosas por el estilo. Pero ni una mención al White Panther Party. Los punkies sólo asociaban a los de Detroit, Motor City Five, con la antesala de su propio estilo y no con la revuelta del 68. No podía consentirlo.

MC5 fue un medio de agitación del Partido de los Panteras Blancas, agrupados en el área comunal Translove Energies Ann Arbor en torno al poeta John Sinclair. Un partido inspirado en el activismo de los Black Panther y en su determinación del poder como capacidad para «definir fenómenos» y «hacerlos intervenir de la manera deseada». Un grupo emparentado con los yippies que, encuadrados en el Youth International Party de Abbie Hoffman y Jerry Rubin, marcharon sobre el Pentágono. Un movimiento que se plantó en el corazón de la convención de los demócratas con su Festival de la Vida, desencadenando tal represión policial que la ferocidad de la misma arañó incluso el despacho del difunto Robert Kennedy; representante liberal con el que pretendían coaligarse los sectores de la Nueva Izquierda para combatir al gran Pig (autoridad). Tras ello, juicios políticos a Hoffman y Rubin en lo que se denominó la Conspiración de Chicago. Y condena de cárcel para Sinclair por pasar dos porros a agentes del FBI, lo que desataría una campaña de solidaridad inmortalizada en un tema de John Lennon. Un estallido de comunas, feministas, Wheaterman, Diggers y Merry Prankstres. Todo un inmenso movimiento caótico y anárquico, que fue diluyéndose hasta desembocar en las redes alternativas, punto de partida de la antiglobalización.

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