Inicio > Artículos > 2003 > Laboratorio urbano (2003-03-13)
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Jakue Pascual - Sociólogo

Laboratorio urbano

El urbanismo, como «técnica de dominio del campo de batalla social» ('Encyclopédie des Nuisances'), es un componente esencial en la estrategia del mando. Y la monumentalidad resultante simboliza la definición del control de la clase hegemónica sobre el espacio. Una mutación arquitectónica que abunda en ejemplos tales como los Cubos de Moneo, el Palacio Euskalduna, los itinerarios artísticos controlados del Guggenheim o la transformación de la ribera del Nervión en un water front de corte metropolitano. Una monumentalidad que tiene su correlato urbanístico en la ingeniería del metro, en la ampliación de Sondika y de los muelles del superpuerto, en la intermodal y en la apertura de numerosos corredores terrestres de cara al previsible incremento de los flujos de personas y mercancías. Una adecuación de los transportes a las necesidades de movilidad de una población terciarizada e inmaterializada en el proceso de las relaciones sociales de producción constituidas durante la Tercera Revolución Industrial y el desmantelamiento del sistema fábrica.

Las ratas abandonan el barco de la crítica y de la construcción alternativa de un entorno unitario, vivido; huyendo de allí donde la creación deviene lúdica, constructiva y no ociosa ni dependiente de elecciones interesadas preestablecidas jerárquicamente. Y aquí radica la cuestión del enfrentamiento contra las proyecciones metropolitanas que establece el capital en Euskal Herria al comienzo del milenio. El error reside en la incapacidad para percibir que estas mutaciones se pretenden definitivas, tras imprimir el capital sus símbolos en el espacio urbano. Una maniobra que pone automáticamente en contradicción el control efectivo de la urbe con la reproducción simbólica del baserri. Operación que no es percibida como tal por el imaginario abertzale que, inhibido ante las condiciones de existencia del nuevo proletariado urbanita, insiste en sus referencias al universo tradicional, ignorando que es ese sector de clase el componente básico de la propia izquierda vasca.

Un territorio es cualquier lugar donde habita una expresión natural o humana, como la lengua o los bosques, las vías de comunicación, los edificios o las localizaciones efímeras de todo signo. Y ahora, cuando la guerra social vasca ha sido privada de las últimas manifestaciones populares en el espacio (gaztetxes y herrikos), cualquiera debe tratar de constituir su propia expresión, su red de relaciones. De lo que se trata es de restituir la crítica del urbanismo en la acción, ya que la voluntad política no es nada sin los argumentos vividos en lo cotidiano.

 

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