Hasiera > Artikuluak > 2003 > El paradigma del chulo (2003-06-19)
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Jakue Pascual - Sociólogo

El paradigma del chulo

En un mundo donde impera la chulería entendida como conjunto de fachendosos que, con sus botazas, aplastan todo lo que sobresale del entendimiento de sus aplanadas mentes, se echa en falta al auténtico pincho garitero, al Maki Navaja a quien cantaran los Tijuana in Blue, al rufián coquetón que el primer Almodóvar extravió en un taxi-mambo... y a su particular conciencia. Os contaré lo que me sucedió un día en que, aun sin reconocerlas todavía, me encontré rodeado de señales anunciadoras de un nuevo umbral en la historia.

Finalizaban los ochenta con una huelga obrera y, con un amigo, desarrollaba un ejercicio de observación participante sobre un piquete que circulaba por las calles de Las Cortes. No en vano había transcurrido una densa década neoconservadora gestionada por estos lares por sociatas y peneuveros, con tanto empeño, que dejaron a cero las ya tan exiguas cuentas del populacho.

El piquete lo formaba una variopinta tropa compuesta por avezados mocosuelos, viejales exprimidos por la máquina de sacar dinero y antiheroínas del hogar expertas en cocina de supervivencia. Pero lo más sor-prendente no era el grupete en cuestión, sino los «vivas» que saludaban al paso de la comitiva. Los alcohólicos, mientras tanto, trataban de escurrirse por el palmo de rendija que dejaba entreabierta la persiana de unos pocos bares. Y las señoritas de la vida, asomadas a los balcones, repetían a voz en cuello la consigna revolucionaria de «hoy no follamos, estamos en huelga», advirtiendo a los caballeros para que se abstuvieran de importunarlas demandando sus favores.

Además, insistían en acusar de esquiroles a los traficantes de coca que no habían parado. Al oír tamaña denuncia, de repente, un Ford amarillo de los setenta con las ventanas abiertas frena en seco delante del piquete, cortándole el paso.

El shock fue instantáneo. Un vehículo tapizado de leopardo, con volante de cadena, colgantitos de dados, santos y un apache pinturero que salta presto al pavimento, arrojándonos sus llaves...

-¡Cómo, ¿qué están trabajando? Dejadme el coche por ahí, que lo arreglo!

Dicho y hecho, la emprendió a patadas contra la puerta del taller de economía sumergida.

Me enfrentaba a un cambio de paradigma. Desde entonces, el proletariado no tiene, apostados en las lindes del lumpen, ni putas ni chulos, ni camellos dotados de una mínima conciencia de clase. Las mafias controlan el pastel y el beneficio se reinvierte en la compra de voluntades políticas, coincidiendo ambas esferas en una total ausencia de humanidad, verdadera impronta del negocio en estos tiempos..

 

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