Hasiera > Artikuluak > 2004 > Anomalía vasca (2004-10-07)
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Jakue Pascual - Sociólogo

Anomalía vasca

Xaho, aquel suletino «maldito» que condujo la revolución de 1848 en Iparralde... Sus extrañas teorías habrían pasado inadvertidas si no hubieran supuesto la primera articulación práctica de la izquierda abertzale, mucho antes de que Arana esbozara su nacionalismo ambiguo.

La idea de las repúblicas vascas independientes de Xaho arropada por una gran revolución fraterna, no es ajena al proceso que culmina en la decapitación de Luis XVI. Cuando los Garat se arrepienten de la supresión centralista del Batzarre de Isturitz y planean la constitución de Nueva Fenicia.

Xaho no cae en ese error. La revolución ha de aplicarse localmente estructurando in situ la correlación de fuerzas que la beneficie. Marchan obreros, niños, mozos de cuerda y algún artesano, mientras los gacetilleros redactan la propaganda y los comités republicanos instituyen las candidaturas populares. Se forman nuevos batallones de la Guardia Nacional con proletarios y éstos destacan a Xaho como comandante y concejal. No mucho más allá en el tiempo, Xaho, reclama la independencia en los fueros de Zumalakarregi y, en contrapartida, los «ojalateros» de Carlos le expulsan del teatro de operaciones.

Xaho funde dos concepciones republicanas: la del ancestral batzarre y la de las clases populares del norte del Bidasoa. Un movimiento urbano de reforma social que Xaho consigue alear con el agro ganadero y la defensa de sus comunales. Su socialismo se construye a escala de su pueblo: minimiza la burocracia, descentraliza, aporta mecanismos para apisonar las desigualdades y articula la nación sobre su base productiva. Las ideas de Xaho discurren entre la libertad de expresión y la lucha contra «la explotación del trabajo por el capital». Su antiautoritarismo tiñe lo libertario. Odia las capillas dirigentes y las levas; al mismo tiempo, defiende la base comunal y las pequeñas propiedades amenazadas por el ocultismo de la Iglesia y la concentración especulativa del suelo.

El abate Zabalo -Xaho: El genio de Zuberoa- formula una acusación al suletino en clave de sentimiento de culpa cristiano y de psiquiatría burda. Xaho no era un ateo beligerante por ser o no homosexual. Xaho se reivindica materialista, revolucionario y vasco. Un bardo capaz de convocar a las fuerzas telúricas con su verbo; miembro activo del movimiento de transformación social de su época; defensor de la bandera roja y negra de los videntes; anterior al amaestramiento católico de los sentidos. En definitiva, Zabalo no puede perdonar a quien fuera el primer catalizador de la Izquierda Abertzale. ¡Salud!

 

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