Artículo escrito en el Gaztegin el 28 de Enero de 1993

Jakue Pascual - Sociólogo

Simbiotica Visual: El arma de la nueva generación

Miramos al interior de la bola de cristal y los electroduendes se ha colado por entre sus circuitos. Nos asomamos a la esfera y la bruja Core-Avería nos grita -desde un chip incorporado mágicamente al fondo móvil del cristal-: "Un niño mató a su pater/sistema porque le había confiscado la consola". Y es que en el mundo de la sucesión vertiginosa de imágenes, el control por la clave de acceso del vídeo-juego se convierte en el detonante de la lucha por el centro del poder.

La generación de los 90 asoma la nariz-máscara-antigas. Se dice que todo ha acabado, que ya no hay espíritus rebeldes. Esa reflexión derrotista y predeterminada de antemano, denota una ignorancia absoluta y olvida que la revolución del rock & roll de los 50 por poner un ejemplo- se dio porque, previamente a ella, existía una revuelta negra encarnada en el blues y que la aceleración de su ritmo... La hipnosis amnésica es una enfermedad inoculada por un sistema que intenta hacer de cada fenómeno explosivo algo irrepetible, diseccionándolo de sus antecedentes y de sus consecuencias. Si cada rebelión juvenil hubiera sido únicamente fruto de ella misma, no hubiera existido ninguna: ni el pop de los 60, ni la contracultura, ni el heavy (derivación hippie hacia el hard0rock y de aquí, a su definición actual), ni el punk que expropia el pop-rock y lo despoja de su ñoñería para popularizar la creatividad en un momento sin futuro...

Nuevos conceptos tribales se imponen y es una nueva generación simbiótica quien los aporta. El punk se metaliza, el heavy se punkarriza, el pop se enturbia. El hardcore ametralla con su vertiginoso ritmo, el trashmetal construye una muralla sónica que transgrede los límites de las pistas de grabación, el noise distorsiona el pop hacia el infinito... Una generación ecléctica que combina imágenes musicales y looks de forma innovadora y obtiene un resultado original. La música juvenil anticipa nuevas est-éticas, de eso no hay la menor duda; y si prestamos atención, nos damos cuenta que la mezcla de sustancias que cada cual arroja en dosis particulares al combinado, se materializa en una base común que caracteriza a la avanzadilla de los 90.

Las imágenes están bullendo en la tele-marmita, no son más que instantes móviles de sucesos, que combinados de una u otra forma pueden elevar a los sujetos sobre su propia miseria o arrojarlos a las fauces de la incultura fascista. La suerte está echada. Aprender a elegir nuestra propia representación imaginaria en un mundo mutante y resbaladizo, es el reto que nos aguarda en el final del milenio.