San
Miguel, al matar a Herensuge, destruye nuestra cosmovisión (le- heren),
expresión de la multiplicidad, para sustituirla por el pensamiento uni-formante
católico que aboga por un único principio (el masculino, Dios
padre-guerrero), presentando al otro como su negación (el demonio, el
ángel caído, la mujer-madre).
De, este modo, se establece la separación, la exclusión, la no
admisión del carácter activo de lo otro, de lo diferente y femenino,
como matriz generadora de una laberíntica mul-tiplicidad de formas y
posibilidades de las que, este principio posee el hilo conductor